lunes, 1 de junio de 2015

LA LEYENDA DE LAS “Behibeltz” O VACAS NEGRAS

LA LEYENDA DE LAS “Behibeltz” O VACAS NEGRAS

La leyenda de las “BehiBeltz” o vacas negras la tenemos que ubicar cerca de las poblaciones de Barakaldo, Alonsótegui y Güeñes, siendo conocida por los pastores y lugareños de los valles formados por las sierras del Ganekogorta, Sasiburu y los montes de Triano, como el valle del Regato y el valle del Cadagua. 



El origen de la leyenda no está claro y se pierde en las brumas del tiempo. Se conocen referencias desde 1817, año de publicación de la famosa obra de José Ignacio Barandiarán, “Cultura y costumbres de las vascongadas (vol. II). La gran enciclopedia Vasca”.
La leyenda nos habla de unos seres con forma de vaca cuyos cuerpos parecen absorber cualquier tipo de luz, apareciendo, así, como agujeros vacíos en el paisaje, como huecos negros en el horizonte, como profundos pozos de sombra y de perversa nada. Los pocos relatos que se conservan también describen a estos seres con ojos como brasas rojas y brillantes, sacadas del infierno, y chorreando una viscosa, densa y palpitante baba del color de la sangre, borboteando abundantemente de sus bocas.
Los escasos testimonios de pastores recogidos sitúan las apariciones de estos seres en la noche del 31 de Octubre, víspera del día de Todos los Santos, conocido popularmente como la noche de las brujas, la noche donde la membrana que separa el mundo de los vivos y los muertos se vuelve tan fina que las entidades fantasmales pueden traspasarla y cruzar a nuestra realidad. De hecho es costumbre, por miedo, quizá, por prudencia, los más valientes, o por tradiciones que se pierden en el recuerdo, los que no quieren confesar sus temores, abandonar el valle el 31 de Octubre antes de que el sol se oculte tras el Argalario.
Todos los relatos que han llegado a nosotros de encuentros con las BehiBeltz destacan por estar precedidos por unas ráfagas de frío inusual, por el nerviosismo del ganado y los perros, que se ponen a ladrar y aullar al viento, y por una sensación de inquietud, de estar en el lugar equivocado en el momento menos oportuno; incluso algunos “unai” o “behizain” (en vasco, pastores de bueyes, vacas y toros) declararon sentirse enfermos, con dolores de estómago incontenibles, vómitos, temblores, mareos,… como si algo maligno se posara en el valle y les atrajera hacia un final horrible. Muchos de estos pastores de vacas cuentan que tuvieron que huir hacia las poblaciones cercanas de Barakaldo y Alonsótegui; otros cuentan cómo consiguieron burlar a estas entidades malignas, las Behi Beltz, refugiándose en el santuario cercano de Santa Águeda, en Kastrexana, o cantando el himno de Santa Águeda a pleno pulmón, a modo de amuleto o protección divina contra el mal.
Algunas de las muertes más extrañas de estos valles se les atribuyen a las Behibeltz, incluso, aunque no coincida con la fecha en la que estas oscuras entidades acostumbran a aparecer. Más recientemente se les atribuye a las Behibletz la muerte de una pareja fallecida en extrañas circunstancias, el 31 de Octubre del 2005. La reconstrucción de los hechos afirma que esta pareja de novios, fue con el coche a pasar la tarde en una campa situada cerca del monte Tellitu. Lo que comenzó como una apacible tarde de pareja, disfrutando de los bellos paisajes que nos ofrece este paraje, acabó inexplicablemente en tragedia.
La policía encontró los cadáveres abrazados dentro del coche en el que habían subido. El coche había caído por una pendiente. Encontraron, además de los destrozos y abolladuras propias de la caída, severas marcas de cornadas en un lateral del coche. Hasta aquí los datos no revelan nada inusual. Incluso la explicación podría deberse a cuestiones ordinarias: no conocían la zona, se les hizo de noche, y al querer volver se precipitaron por la pendiente, muriendo en la caída. Pero algunos datos no encajan en esta sencilla explicación. Lo curioso del caso es que encontraron varias mantas y bolsas con la merienda sin recoger en una pradera cercana al accidente, como si hubiera sido abandonado precipitadamente por sus dueños, que tuvieran que huir de algo que les asustó. Lo más chocante de todo es que encontraron los cuerpos abrazados entre sí, como si hubieran sobrevivido a la caída y hubieran tenido unos últimos instantes para buscar protección el uno en el otro. Pero esto no es lo más insólito. El informe del forense describía los cuerpos como totalmente deshidratados cuando los encontraron. Sus cuerpos se habían quedado sin una gota de agua. Su piel apergaminada se encontraba pegada a sus huesos. Aparte de las contusiones y golpes de la caída no se encontraron heridas que expliquen esto. El testimonio del fotógrafo policial recogido en el “Diario de Barakaldo” decía que parecía como si les hubieran succionado el alma.
Las preguntas que surgen son inevitables. ¿Por qué, o de qué, huyeron tan precipitadamente como para no poder recoger el picnic? ¿De qué intentaron protegerse en los últimos momentos de su vida con ese abrazo con el que encontraron los cuerpos? Y lo más cuioso: ¿a qué se debe la deshidratación drástica, o más bien tendríamos que decir, imposible, de sus cuerpos?

El origen de las Behibeltz no está claro. Son muchas las interpretaciones e historias que intentan explicar de dónde han surgido estos seres y por qué se muestran en estos parajes el 31 de Octubre. Lo que está claro es que no es una buena noche para quedarse allí. Y si por circunstancias de la vida usted se ve atrapado por la oscuridad… no dude en implorar la ayuda de Santa Águeda.